Hola, buenos días, soy Urnito.

Os podéis imaginar lo que os voy a contar, ¿verdad? ¡Ya es Navidad! Para mi es una de las épocas más felices del año. No se los demás pero yo estoy muy contento estos días por muchas razones. La primera es que no hay colegio, son vacaciones. Hay música y luces brillantes por todas las calles. Puedo adornar toda la casa y hacer una maqueta gigante del portal de Belén que ocupe toda la mesa. Mis padres están conmigo todo el día y parece que discuten menos. Cantamos, reímos y hacemos fiestas con mucha comida y dulces. Y además… ¡también están los Reyes Magos! Aunque siempre les espero con gran ilusión también me da un poco de pena porque cuando llegan significa que se acaba la Navidad. No se puede tener todo.

Estas navidades han comenzado de la mejor manera. Mis padres han decidido que «lo mejor para los tres» era pasar la Nochebuena con mis abuelos, ¡por fin! Ellos son de las personas que más quiero y echo de menos ya que tampoco les veo mucho. Ella se llama Consti. Siempre está pendiente de mi. Me cuida y protege mucho. A su lado me siento a salvo y querido. Y para colmo hace unas galletas deliciosas.
A él todo el mundo le llama Don Antonio y aunque parece que siempre está serio y de mal humor a mi me encanta porque dice cosas muy interesantes de las que aprendo mucho. Para mi siempre será mi abu.

Llevo dos días enteros con él y me ha enseñado toda la granja y cómo funciona. Tiene un burro precioso que es muy cabezota y nunca quiere trabajar ni moverse. Su nombre es Rufián. Yo le pregunté si era por el burro de Sancho Panza y me explicó que no, que al burro de Sancho Panza le llamaban Rucio. En realidad no es su nombre sino el color de su pelo. En las granjas y pueblos solían llamar a sus animales por su color. También me contó que Rufián al igual que muchos animales son perezosos y egoístas, solo se mueve cuando le enseña una zanahoria ya que es su comida favorita.

Estuvimos toda una tarde con el rebaño de ovejas. Es alucinante como todas le hacen caso con un silbido o como manda a los perros con una señal de las manos para que las muevan. Me explicó que las ovejas son animales cobardes. Los pastores desde siempre se aprovechan del miedo que tienen al lobo y a los mordiscos de los perros para hacer con ellas lo que quieran. Ellas al sentirse dentro del rebaño están felices y protegidas aunque en realidad las estén encerrando en el corral o vayan al matadero.

Al anochecer íbamos de vuelta a los corrales cuando escuchamos el aullido de algún lobo. A mi me dio un poco de miedo y el abu me tranquilizó contándome cómo viven los lobos. Por lo visto, son animales muy parecidos en algunas cosas a nosotros. Viven en grupos o familias donde todos se cuidan y protegen. Y las familias más felices y duraderas son aquellas que son capaces de elegir al lobo más listo y fuerte de jefe ya que en los momentos más importantes será el que mejor las proteja y más comida les ayude a conseguir. Y si no cumple bien con su misión se enfrentan a él, le quitan de jefe y le echan de la manada o le dejan como a los demás.

Como veis, los ratos con mi abu Don Antonio siempre son interesantes.

Y os voy a dejar porque se acerca la cena de Nochebuena y me tengo que «poner guapo».
Ah, se me olvidaba comentaros que hace un rato se acercó mi abu y me susurró al oído «Urnito, nunca dejes de ser un lobo». En realidad no se muy bien qué quiso decir… ya os contaré si se me ocurre algo. Nos vemos.

¡Feliz Navidad!

Texto: Luis Ortega Rodríguez