Mientras se resuelve o no el “apaño” para formar gobierno en España, a uno le da por consultar algunas ideas de Maquiavelo, ya que las malas lenguas dicen que es uno de los autores de cabecera de quien puede ser futuro Presidente del Gobierno, aunque ya lo haya sido o no. Veamos algunas de las cualidades que Maquiavelo recomienda para su Príncipe aunque esté escrito hace más de 500 años.
Contexto histórico
Maquiavelo escribió El Príncipe en 1513, en un contexto histórico muy convulso en Italia. En esa época Italia era un conjunto de estados débiles, en guerra e invadidos por potencias extranjeras. Este contexto influyó en el pensamiento pragmático y centrado en el poder de Maquiavelo.
- Italia estaba dividida en múltiples estados ciudadanos (Florencia, Milán, Venecia, etc.) que luchaban entre sí por la hegemonía regional. No existía un estado unificado.
- El sur de Italia había sido invadido por los españoles en las guerras italianas (1494-1559) y el norte estaba amenazado por franceses y el Sacro Imperio Romano Germánico.
- La ciudad natal de Maquiavelo, Florencia, había sido conquistada en 1512 por la familia Médici, respaldada por el papado. Los Médici instauraron un principado autoritario.
- Maquiavelo había ocupado altos cargos en la administración republicana previa de Florencia. Pero tras la conquista Médici fue encarcelado y torturado.
- Al quedar desempleado, Maquiavelo escribió El Príncipe y otros trabajos para intentar ganarse el favor del nuevo príncipe, Lorenzo de Médici, y volver a la política.
Por todo ello Maquiavelo buscaba aconsejar a Lorenzo sobre cómo unificar Italia para expulsar a franceses y españoles, y crear así un estado italiano fuerte e independiente.
Ideas principales del Prícipe
Maquiavelo destaca la importancia de la “realpolitik” y el pragmatismo para el príncipe, por encima de consideraciones morales o éticas, es decir, se fija más en lo que ocurre que en lo que debiera ocurrir según las convicciones morales del gobernante o de los gobernados:
Maquiavelo es más favorable a las apariencias en las virtudes como la clemencia, la justicia y la religiosidad, que a ser virtuoso a la hora de actuar y hacerlo según la conveniencia. La apariencia de virtud es más importante que la virtud misma.
«Por lo tanto, un príncipe debe pedir consejo siempre, pero cuando él lo considere conveniente y no cuando lo consideren conveniente los demás».
«Porque ésta es una regla general que no falla nunca: un príncipe que no es sabio no puede ser bien aconsejado y, por ende, no puede gobernar».
Ya que es mejor ser temido que amado por el pueblo, ya que el temor garantiza la obediencia.
Y si alguien dijese: «Gracias a su prodigalidad, César llegó al Imperio», contestaría: «O ya eres príncipe, o estás en camino de serlo; en el primer caso, la liberalidad es perniciosa»
Por eso defiende el uso de la fuerza y la astucia para mantener y expandir el poder.
«Los príncipes actuales no se encuentran ante la dificultad de tener que satisfacer en forma desmedida a los soldados.» Ya que, «cada vez que los que son enemigos tienen oportunidad para atacar, lo hacen enérgicamente».
Para ello es necesario que el príncipe tenga un ejército leal y las propias armas.
«No es preciso que un príncipe posea todas las virtudes citadas, pero es indispensable que aparente poseerlas«
Aconseja eliminar cualquier amenaza al poder rápida y decisivamente y si hace falta ser despiadado usando la fuerza, la violencia o la coacción, no debe temblar la mano cuando sea necesario para mantener el control y conservar la autoridad.
«Porque las ofensas deben inferirse de una sola vez para que, durando menos, hieran menos«.
«Hay, pues, que ser zorro para conocer las trampas y león para espantar a los lobos.»
Es «mejor hacerse temer que hacerse odiar«.
Aunque aconseja adaptarse a las circunstancias y no ser demasiado rígido.
«De donde resulta que, como la fortuna varía y los hombres se obstinan en proceder de un mismo modo, serán felices mientras vayan de acuerdo con la suerte e infelices cuando estén de desacuerdo con ella«.
«Hubo quienes, aunque habían nacido príncipe, perdieron el trono por su falta de prudencia».
No debe dudar en romper promesas o traicionar si es necesario para mantener el poder. Debe anteponer las razones de Estado a la ética personal.
«Un príncipe prudente no debe observar la fe jurada cuando semejante observancia vaya en contra de sus intereses.»
Destaca la importancia de elegir bien a los colaboradores y ministros y lo conveniente es que se rodee de consejeros competentes y leales. Debe contar con buenos espías e informadores para detectar conspiraciones. El conocimiento es poder.
«La primera opinión que se tiene del juicio de un príncipe se funda en los hombres que lo rodean.»
«No hay otra manera de evitar la adulación que el hacer comprender a los hombres que no ofenden al decir la verdad.»
Recomienda mantener sometida y desarmada a la población y mantener ocupado al pueblo para evitar que conspiren, cuanto menos libre sea el pueblo, más estable será el principado.
«También concurre en beneficio del príncipe el hallar medidas sorprendentes en lo que se refiere a la administración.»
El príncipe debe hacer todo lo necesario para mantener el poder y la estabilidad del Estado, incluso si eso significa actuar de manera inmoral o contraria a los valores tradicionales. Por eso se atribuye a Maquiavelo la frase “El fin justifica los medios” aunque no conste que este autor la haya pronunciado.
En resumen, para Maquiavelo el fin justifica los medios y el príncipe debe hacer lo necesario para obtener y mantener el poder absoluto. La moralidad queda relegada ante la razón de Estado.
Maquiavelismo político
Por ideas como las anteriores se ha acuñado el término «maquiavelismo» para calificar y referirse a una forma de hacer política o de ejercer el poder basada en los principios que Nicolás Maquiavelo expuso en su obra El Príncipe. Las características principales del maquiavelismo son:
- Anteponer la razón de estado y el interés propio a cualquier otro valor ético o moral.
- Búsqueda y conservación del poder político como fin primordial.
- Uso de la astucia, el engaño, la manipulación y la fuerza si es necesario para mantener el control.
- Visión pesimista y negativa de la naturaleza humana. Los hombres son movidos por intereses egoístas.
- Los gobernantes deben aparentar tener cualidades y virtudes que en realidad no tienen. Hipocresía y pragmatismo.
- Control férreo sobre la población. Limitar al máximo su libertad si ello beneficia al Estado.
- Ausencia de ideales y convicciones profundas. Flexibilidad para cambiar de estrategia si conviene.
En la actualidad, se califica de «maquiavélico» a aquellos políticos o gobernantes que mienten, traicionan, manipulan o reprimen con tal de perpetuarse en el poder. Es un tipo de política inmoral que no duda en usar el engaño y la fuerza con fines egoístas.
Dejo a la consideración del lector si hay algún parecido con la realidad y si ese parecido es mera coincidencia o está deliberadamente planificado.
¿Usted qué piensa?
José Manuel Vidal Villacampa
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